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VEN. FRAY ANTONIO MARGIL DE JESÚS

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El venerable fray Antonio Margil de Jesús, sacerdote franciscano, misionero en Nueva España (México), uno de los grandes evangelizadores de América, es considerado como el apóstol por antonomasia de Centroamérica. Sobresalió por su santidad de vida y su celo apostólico.

Nació en Valencia el 18 de agosto de 1657. Sus padres Juan Margil y Esperanza Ros. Fue bautizado dos días después en la parroquia de San Juan del Mercado, hoy llamada de los Santos Juanes.

Vistió el hábito franciscano a los 16 años de edad en el convento de la Corona, en Valencia. Ordenado sacerdote en 1682, residió en los conventos de Onda y Denia, de donde en marzo de 1683 pasó como misionero a las Indias Occidentales. Ya en América, se dedicó con todo el entusiasmo de su juventud y celo religioso a evangelizar a los indígenas, recorriendo a pie, varias veces, gran parte de América central y septentrional, entre Luisiana y Panamá, y cosechando copiosos frutos.

En Querétaro, México, fue el primer centro de su actividad, si bien pronto comenzó su fabulosa etapa misionera itinerante de más de diez años de duración, que, partiendo de México, le llevó a recorrer Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Pasaron de 40.000 los gentiles que recibieron de sus manos el bautismo. Fue un ejemplo vivo de virtudes, muy austero y penitente, devotísimo de la Pasión del Señor y de la Virgen María, cuya salutación del Ave María Purísima introdujo por dondequiera que pasaba, a la vez que establecía en todas las poblaciones las Estaciones del Vía Crucis. Hizo todas sus correrías apostólicas a pie descalzo y sin más posesiones que un Cristo, el breviario y los utensilios para celebrar la misa. Pasó meses enteros en medio de los bosques, rodeado de salvajes y alimentándose de frutas silvestres. Y como refieren sus biógrafos Ríos y Espinosa, para atraerse a los indios y conquistar sus almas para Dios, se servía de la música, para la que tenía aptitudes especiales, cantando él mismo y enseñando a los indios a cantar alabanzas a Dios, salmos y el Alabado, cuya letra y música había compuesto él previamente.

El año 1711 inició otra etapa de expansión misionera en los territorios de Masyarit, Cohauella, Nuevo León y Texas. Fueron otros diez años de misionar sin cansancio, aunque el tiempo no había pasado en balde y Antonio Margil comenzó a experimentar sus consecuencias.

En 1696 fue nombrado superior del colegio de Querétaro. En 1701 fundó el colegio de Cristo Crucificado de Guatemala; en 1706, cinco años después, el de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas; y once años más tarde, en 1717, las misiones de Dolores y Adaes. En todas esas fundaciones demostró sus cualidades de superior modelo y ejemplar. Fruto de sus correrías apostólicas, escribió un diccionario de muchos dialectos indígenas. Fue notario apostólico, comisario del Santo Oficio y prefecto de las misiones de Propaganda Fide en las Indias Occidentales.

Sus últimos años transcurrieron en los colegios de Querétaro y Zacatecas. Finalmente enfermó y, lleno de méritos, fue llevado a la ciudad de México, donde coronó su medio siglo de apostolado con una muerte santa, acaecida el 6 de agosto de 1726 en el convento de San Francisco. Introducida su causa de beatificación el 19 de julio de 1769, el papa Gregorio XVI, el 31 de julio de 1836, aprobó las virtudes heroicas de este siervo de Dios.

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